Cuando llega la adolescencia se produce un cambio en la
relación con nuestros hijos. Empezamos a notar una transformación en su
carácter y su comportamiento cada vez es más rebelde. Nos cuestionan todo lo
que decimos, disminuyen la comunicación con nosotros, nos dan contestaciones
cortantes y nos responden con monosílabos.
La rebeldía es una característica propia de los adolescentes
que se pone de manifiesto en sus actitudes de diferentes maneras; protestando
constantemente, oponiéndose a las normas o a lo establecido, desobedeciendo por
sistema y enfrentándose con frecuencia a los padres, tutores y profesores.
Rebeldía. Rechaza las normas y suele perder el control de
sus emociones.
El comportamiento rebelde de los adolescentes es la
consecuencia de la búsqueda de independencia. Necesitan distanciarse de la
relación de dependencia y protección que han tenido con sus padres para
adentrarse en el mundo adulto y encontrar su identidad personal.
Lograrlo es un
proceso que presenta muchas dificultades y su principal problema son los padres
y su propio carácter. En cuanto a sus padres se producen discusiones continuas
y desacuerdos con ellos. Se siente frustrado e insatisfecho por cómo les tratan
y le exaspera el comportamiento que tienen hacia él.
El adolescente intenta que sus padres cambien de actitud
hacia él, se está haciendo mayor y necesita más libertad. La mayoría de las
discusiones surgen en torno a los nuevos privilegios que él desea adquirir como
ampliar el horario de salida, libertad en la elección de la ropa y del peinado,
una moto o las llaves del coche, etc.
Con respecto a su carácter se encuentra bastante
desorientado por los cambios que está sufriendo. Además de los fisiológicos,
también se producen cambios en su forma de pensar y de sentir, experimenta
sensaciones nuevas y formas de ver las cosas diferentes. Todo es nuevo y
desconcertante para él.
Como consecuencia de estos cambios, es frecuente que pierda
el control sobre sus emociones y no sepa cómo reaccionar ante situaciones que
no entiende ni puede controlar. Se revela ante todo lo que considera injusto.
Rechaza reglas y normas que él no considera lógicas o le parecen absurdas, ya
sean sociales o familiares, y se niega a cumplirlas.
Está elaborando su propio criterio ante todo lo que le
rodea, necesita tiempo y paciencia para tener autodominio y abandonar su
actitud rebelde.
Los
Diferentes Tipos de Rebeldía Adolescente
Según algunas publicaciones, existen cuatro tipos de
rebeldías:
La rebeldía regresiva que nace del miedo a actuar y se traduce en
una conducta de encogimiento, de reclusión en sí mismo, en el que el
adolescente adopta una postura de protesta muda y pasiva contra todo.
La rebeldía agresiva
que, a diferencia de la anterior se expresa de forma violenta. Es propia del
débil, de quien no pudiendo soportar las dificultades que se presentan en la
vida diaria intenta aliviar su problema haciendo sufrir a los demás.
La rebeldía
Transgresiva que consiste en ir contra las normas de la sociedad, bien por
egoísmo y utilidad propia, bien por el simple placer de no observarlas.
La rebeldía
progresiva es el signo del que sabe comprender la realidad, pero no soporta
las consecuencias de la injusticia, el que trata de mejorar las reglas y no
transgredirlas.
La adolescencia es una etapa en la que las relaciones con
los hijos se hacen más complejas. Veamos a continuación una serie de
sugerencias que pueden ayudarnos en este periodo tan difícil a tener una mejor
relación con nuestros hijos y evitar, en la medida de lo posible, ese
comportamiento rebelde:
- Ser críticos sólo
en lo esencial. No podemos juzgar ni criticar aquellos aspectos de nuestro
hijo que no sean realmente importantes. Es mejor no reprenderle en cuanto su
modo de vestir, de hablar, el tipo de música que escucha o su forma de
peinarse. No son temas esenciales en su educación, pero para él son de gran
importancia porque es una forma de identificarse con su grupo de amigos.
- No cuestionarse su
estado de ánimo. El adolescente está experimentando emociones y
sentimientos nuevos. Es fácil que pase de un estado eufórico a otro depresivo o
malhumorado. Estas variedades de su estado de ánimo son comunes, lo mejor es no
darle excesiva importancia. También es frecuente observar en él comportamientos
perezosos o de absoluta desgana en todo lo que realiza. Para corregir esta
conducta lo más adecuado será hacerlo a través del ejemplo y con el refuerzo de
sus comportamientos positivos.
- Darles
responsabilidades. Los padres tienen que dejar de estar siempre encima de
su hijo, tienen que asumir que ha crecido y empezar a tratarle de diferente manera
a como lo hacía en la infancia. Es más aconsejable dar responsabilidades y
luego pedirles cuentas, que tenerlos sobre protegidos y no permitirles que se
relacionen socialmente.
- Intentar mantener
una buena comunicación. Desde la infancia los padres han de tener con sus
hijos una relación basada en la confianza y el respeto. Debemos procurar tener
conversaciones y momentos divertidos con nuestros hijos, buscar ocasiones para
hacer actividades con ellos y disfrutar del tiempo que pasamos juntos. De esta forma,
cuando llegue la adolescencia, será más fácil entendernos con ellos y se podrán
evitar muchos comportamientos rebeldes tan característicos del adolescente, que
a veces son consecuencia de una falta de entendimiento con los padres.
- Escuchar con atención.
Siempre debemos escucharles con atención, esperando a que finalice para
intervenir y no ridiculizar ni menospreciar lo que dice.
Conducta de los Padres con los Adolescentes
Los padres deben comportarse de forma natural ante estos
nuevos comportamientos de sus hijos. Tienen que tener en cuenta que es un
período normal en el que muchas cosas están pasando dentro de ellos tanto a
nivel físico como psicológico.
Además, en la adolescencia empiezan a tener que enfrentarse
a los primeros problemas en los que los padres no podrán ayudarles. Los padres
deben realizar un gran ejercicio de comprensión para poder ayudarlos.
También es muy importante que el adolescente perciba que
tiene su espacio, su intimidad y que ésta es respetada. Si los padres han sido
ejemplares en su comportamiento y lo siguen siendo a pesar de los cambios en su
hijo, los resultados se verán en estos momentos.
Pero nunca es tarde para acercarnos a nuestros hijos. Deben
percibir esa mezcla de autoridad paternal a la que se respeta pero por la
amistad. Los padres más que nunca deben de ser amigos de sus hijos adolescentes
y aconsejarles, ayudarles y no reprocharles por las equivocaciones. Es normal
que el adolescente se equivoque, incluso, es necesario, porque con las
equivocaciones también se va curtiendo.
No hay hijos rebeldes, hay padres que no han hecho la tarea
de educación que tenían encomendada. Los hijos se van tornando rebeldes a
medida que van ganando a los padres las pequeñas batallas que plantean cada
día. Pero siempre hay tiempo de darse cuenta que los padres tienen la
obligación ineludible e irrenunciable de seguir educando a sus hijos, aunque
estos no lo quieran. Por lo menos mientras vivan bajo su techo familiar.
La educación de los hijos empieza por la educación de los
padres. No se puede pedir hijos bien educados si ellos ven que los padres no lo
están o si ven que no se comportan como deben.
Es imprescindible educar a los hijos para que la sociedad no
les castigue cuando sean hombres. Si los padres no han dado a sus hijos la
educación adecuada, o estos no la han asimilado, cada vez será más difícil
convencerles de que tienen que cambiar y dejar a un lado esa rebeldía que
empiezan a practicar.
Los padres tienen que hablar y actuar de forma muy clara con
los hijos que ejerzan de rebeldes. Tiene que explicarles las nuevas normas de
la familia. Horarios de entrada y salida de la casa, trabajos domésticos,
tareas escolares, asistencia a la escuela, calificaciones escolares, relaciones
con determinados amigos, manejo del dinero familiar y un largo etc. Indicarles
también que si no las cumplen les va a poner unos fuertes castigos y que los
van a hacer cumplir.
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